Ante esta pregunta lo más probable es que hayas contestado una de estas opciones: mi tipo de piel es mixta, grasa o seca…o no lo sé. Sin embargo, esta clasificación no se estudia en dermatología, y cuando los dermatólogos pensamos en tipos de piel pensamos más bien en fototipos (según la respuesta de la piel a la radiación ultravioleta) o se nos viene a la cabeza una clasificación de la piel en función del fotoenvejecimiento, la de Glogau. Por ello, he creído que puede ser útil explicarte algunas cosas para que conozcas más cómo es tu piel y definir mejor cuál es tu tipo de piel.
Al contrario de lo que pueda parecer, es importante señalar que generalmente a los dermatólogos no nos hacen falta aparatos para conocer tu tipo de piel, sino que nos basta con una historia clínica y una exploración cutánea.
¿Y qué importancia tiene saber tu tipo de piel? Como ahora te explicaré con algunos ejemplos, nos ayudará a los dermatólogos en la planificación de tu tratamiento médico, quirúrgico, cosmético o estético.
Empezamos.
1. Mixta, grasa, seca y sensible
Este es el sistema de clasificación más conocido, aunque sorprendentemente no existe una base científica que sustente esta forma de clasificar la piel, por lo que no aparece en los libros de dermatología y los dermatólogos no la hemos estudiado. ¿De dónde viene entonces esta forma de clasificar a la piel? Pues resulta que fue Helena Rubenstein, una mujer emprendedora conocida como “la inventora de la cosmética”, la primera en usar esta clasificación. Aunque este sistema es muy famoso y usado, es un sistema subjetivo, que depende sobre todo de la percepción de la persona, e incompleto.
Piel grasa
Produce más sebo que la piel normal, y se ve brillante, con los poros dilatados, y con tendencia a la aparición de comedones (espinillas) y acné. Es la que presentan la mayoría de hombres y también es frecuente en adolescentes.
Piel seca
Produce menos sebo que la piel normal y se va a ver tirante, áspera, a veces descamada, y con el poro poco visible. Esto es más frecuente conforme aumenta la edad.
Piel normal o mixta
La piel de la zona T (frente, nariz y mentón) es grasa y la del resto de la cara más seca. Es lo más frecuente.
Piel sensible
La piel sensible (o mejor llamarla autopercepción de la piel sensible) sí que es un concepto reconocido en dermatología. Suele aparecer en mujeres jóvenes de piel blanca y/o pómulos enrojecidos, que suelen tener además antecedentes familiares de piel similar. Independientemente de ser una piel seca o grasa, estas personas tienen sensación de malestar facial, con escozor, quemazón o picor (es decir, a los ojos del dermatólogo es una dermatosis invisible) ante ciertos factores desencadenantes como son:
- Factores ambientales: viento, sol, tiempo frío, cambios bruscos de temperatura…
- Factores tópicos: agua dura y cosméticos.
- Factores internos: estrés, menstruación, alimentos picantes o calientes…
Además, la sensibilidad cutánea también puede ser temporal, por ejemplo, si estamos aplicando algún cosmético irritante, o ante un brote de dermatitis facial (por ejemplo, de dermatitis seborreica, atópica o rosácea).
Como comprenderás, esta clasificación de los distintos tipos de piel puede tener utilidad a nivel de marketing, y sí que la usamos a la hora de recomendar rutinas cosméticas, pero nos da poca información de cómo es una piel. Hay más cosas a tener en cuenta. Sigamos.
2. Fototipos de Fitzpatrick
La escala de Fitzpatrick clasifica la piel en seis fototipos, en función de cómo responde la piel a la exposición solar y de su capacidad para broncearse.
Las variaciones en el color de la piel obedecen a diferencias en la cantidad y distribución de la melanina dentro de los melanocitos y queratinocitos de la epidermis (la capa más superficial de la piel). Además, hay dos tipos de melanina y la relación entre ellas influye en el color de la piel. Tenemos la eumelanina, de color negro parduzco y la feomelanina, de color rojo amarillento, que predomina en los pelirrojos.
La clasificación de Fitzpatrick nos sirve para predecir el riesgo de fotoenvejecimiento y de cáncer de piel, así como el resultado de procedimientos estéticos, y para estimar la dosis inicial de radiación UV que usaremos en la fototerapia (la fototerapia es una técnica que usamos en dermatología que utiliza la radiación ultravioleta para el tratamiento de diferentes enfermedades de la piel, como la psoriasis o el vitíligo).
FOTOTIPOS | COLOR DE LA PIEL | RESPUESTA A LA RADIACIÓN UV |
I | Muy blanco | Se quema siempre, no se broncea |
II | Blanco | Se quema con facilidad, se broncea con dificultad |
III | Ligeramente marrón, beige | Se quema levemente, se broncea de forma gradual |
IV | Marrón | Rara vez se quema, se broncea con facilidad |
V | Marrón oscuro | Muy rara vez se quema, se broncea con mucha facilidad |
VI | Negro | Nunca se quema, se broncea con gran facilidad |
3. Fotoenvejecimiento de Glogau
El efecto acumulativo de la exposición solar es el factor que más contribuye al envejecimiento de la piel. Es por ello que, como te comentaba en el post de 10 recomendaciones para el cuidado de tu piel, el mejor antiarrugas es un buen fotoprotector. Como consecuencia de esta exposición solar crónica van a aparecer en la piel una serie de signos clínicos que incluyen: arrugas, léntigos, queratosis, telangiectasias (vasos sanguíneos dilatados), pérdida de la luminosidad y coloración amarillenta.
Pues bien, el Dr Dr Richard Glogau desarrolló un sistema de clasificación de la piel en cuatro tipos, según su fotoenjecimiento.
Tipo I | Sin arrugas 20-30 años | Inicio de fotoenvejecimiento. Cambios pigmentarios mínimos. Mínimas arrugas. |
Tipo II | Arrugas de expresión 30-40 | Fotoenvejecimiento leve a moderado. Manchas y léntigos solares. Queratosis leves. Inicio de arrugas alrededor de la boca. |
Tipo III | Arrugas en reposo 40-60 | Fotoenvejecimiento avanzado. Manchas y léntigos solares. Venitas rojas. Queratosis visibles. Arrugas en reposo. |
TIpo IV | Solo arrugas Más de 60 | Fotoenvejecimiento grave Coloración cetrina. Queratosis actínicas. Piel muy arrugada. |
Glogau I Glogau II Glogau III Glogau IV
Aquí es importante señalar que una edad no siempre se va a corresponder con un tipo de piel de Glogau, porque como te decía, entre otros factores, el envejecimiento de la piel depende en un 80% de la cantidad de sol recibida a lo largo de la vida.
4. Tendencia a la hiperpigmentación
Cada persona tiene una predisposición natural a sufrir una hiperpigmentación postinflamatoria, es decir, a que su piel se pigmente después de un daño, que puede ser de cualquier tipo (herida, quemadura, picaduras, granos, etc). Las hiperpigmentaciones postinflamatorias son, por ejemplo, esas manchas marrones pero planas que te quedan un tiempo en la zona donde tuviste un grano. Conocer esto es importante para saber el riesgo de pigmentación que va a tener un paciente con ciertos tratamientos como pueden ser peelings o láseres. El riesgo de hiperpigmentación postinflamatoria es mayor en fototipos altos. Como le digo a mis pacientes: ¡ser moreno no van a ser todo ventajas!
5. Cicatrización
A los dermatólogos también nos interesa mucho explorar antiguas cicatrices del paciente para saber su forma de cicatrizar: si suelen hundirse sus cicatrices y quedar atróficas o, por el contrario, abultarse y producir cicatrices hipertróficas o queloides. Si un paciente tiende a hacer queloides o cicatrices hipertróficas tendremos que llevar mucho cuidado, avisar del riesgo e incluso desaconsejar algunos procedimientos en ciertas zonas, como por ejemplo extirpar un lunar solo por estética en la zona del escote, que es una zona de alto riesgo.
En función de todas estas características existen diferentes escalas pero que no solemos usar en la práctica. Es importante dejar tu piel en manos de un profesional que sepa reconocer todos estos aspectos de tu piel que le permitirán determinar cómo vas a responder a los procedimientos o tratamientos que te realice e identificar los riesgos asociados, y por supuesto, tratarlos en el caso de que aparezcan.
¡Feliz semana familia!
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